lunes, 7 de marzo de 2016

Empate clásico

Ni chicha ni limonada. 
Ganar el clásico es, generalmente, una píldora de vitaminas, de ésas que revitalizan y levantan. En otras ocasiones se pueden comparar con un antidepresivo, de los que se toman para evitar tristezas profundas. En este caso hay que hablar de un empate que, lejos de motivar, apenas tiene el efecto de una aspirina, de ésas a las que se recurre cuando se quieren evitar molestias inmediatas. 


No sirve para nada más. 
Boca ratificó con su pobre actuación todo lo malo que venía haciendo con el Vasco Arruabarrena en el banco. No sirve porque no encontraron aire para posicionarse en la pelea por un torneo que, a esta altura, les interesa poco. 

Y no sirve porque les faltaron luces para mostrar alguna intención diferente a la de aguantar como se pudiera. Unicamente sirve para evitar frustraciones inmediatas pero, este logro, sobre el contexto de la riqueza histórica que encierra este clásico, resulta exageradamente diminuto. 

O-O. Fin.

Lo más visto