domingo, 27 de julio de 2003

El malo de la película fui yo

Símbolo en el Boca de los 80, dice que no hubo otro más ladino que él. Y cuenta la verdadera razón de su patada a Ruggeri y que, como DT, fabrica estrellas. 

Roberto, ¿fuiste el más malo de todos? 
Sí. En el mundo del fútbol, el malo de la película, fui yo. 

Roberto Passucci se enorgullece de su chapa. Sabe que en muchos potreros, al pibe molesto, que no arruga nunca y se mete en todos los cruces, le baten Passucci. No es mérito menor para quien hizo virtud algo que la mayoría cree defecto. "Yo fui único, un especialista. Hoy veo muchos que intentan copiarme y eso habla de la caída del fútbol argentino. Porque lo hacen mal, creen que esa función se consigue sacando músculos. Y no. Es más: el gimnasio mató al fútbol, le dio rusticidad. Los PF tienen demasiado poder. Acá hay que volver a las fuentes, a Menotti, darle a la pelotita y olvidarse de tener brazos con volumen"


 —¡Vos hablando de Menotti
—Pero claro, si fui su coordinador de Inferiores en Central. Siento el mismo fútbol que él, el problema es que no lo podía desarrollar en la cancha. Yo hice todas las Inferiores en Vélez como enganche. Era un diez con llegada, goleador. Pero cuando me tocó jugar en Primera, me avivé de que me faltaban cosas. Por eso me dejan libre. Ahí voy a Flandria y el DT me pone de suplente. ¡No me daba ni para ser enganche en Flandria! Hablé con él para irme, y justo se lesiona el dos. Me dice: "Roberto, vos sos fuerte, rapidito, ¿no te animás a jugar ahí? El secreto es anticipar y entregar al pie, o revolear". Debuté contra Estudiantes de Buenos Aires. Apenas terminó el partido, me di cuenta de qué fácil era destruir y qué difícil construir. Y me dije: mi destino es éste, destruir. Al volver el dos, me ofrece ser cinco. Y acepté. En vez de elegir el camino que quería, elegí el posible. Como enganche no hubiese llegado a nada. 

—Ni falta hace que lo aclares. 
—Me cargan, pero fui un especialista en la marca personal, y de los mejores. Les hice hombre a cada nene: Alonso, Francescoli, Carrasco, Bochini... y era un hombre a hombre mortal, insoportable. A veces hasta me sentía incómodo con las cosas que les hacía: los toqueteaba, les soplaba el pelo, me los apoyaba, les decía cualquiera. Les hacía cosas para que su única opción fuera gambetearme o cagarme a piñas. 

—¿Alguno te pegó? 
 —Carrasco, en el 81 en La Boca. Me bancó 20 minutos y me fajó. 

—Te lo querías comer. 
—¿Qué? Si ellos se quedaban con diez y nosotros salíamos campeones. Ese día Marzolini en el vestuario paró el equipo con diez jugadores. Cuando le pregunto: "¿Dónde juego yo?", me contestó: "Usted no juega y Carrasco tampoco". Lo entendí al vuelo. Eso sí, cuando lo echaron no supe dónde pararme. Miré al banco desconcertado y Silvio me dijo: "Ponete por ahí". Y eso hice. 

—¿Alguno te bailó? 
 —Bochini. Tocaba de primera y no podía ganarle nunca. Encima a los cinco minutos te tiraba un caño para desmoralizarte. Yo, antes de que él me lo hiciera, trataba de fajarlo. Era un duelo aparte. Pero fue el único que me ganó. Después les pasé el trapo a todos. 


—¿Es cierto que eras el preferido de Diego en el Boca del 81
 —Sí. Le decía a Marzolini: "Juego yo, Roberto y nueve más"

—Pero si con vos no podía tirar una pared. 
 —Pero se sentía protegido. Sabía que si alguien lo tocaba, era hombre muerto. 

—Con ese estilo, ¿podrías haber triunfado en River
 —Sin problemas. Aguilar dijo que el jugador de Boca que hubiese querido en River, era Passucci. No dijo Maradona, dijo Passucci. Es un reconocimiento impresionante. Igual, estoy identificado a muerte con Boca

—Más después que lo partiste a Ruggeri en el Monumental, en el primer súper desde que él pasó a River (27/10/85). 
—Es hora de confesarlo: todos pensaron que fue por eso, pero la verdad es otra. Nosotros arrastrábamos un problema personal desde la época de Boca por cuestiones de liderazgo de vestuario. Por eso lo fui a buscar. ¿Por qué no lo aclaré en su momento? Y, era difícil, la gente se volvió loca, esa patada era un símbolo, me lo hacían sentir así en todos lados, y bueno, yo protegí al ídolo. 

—Si era personal, ¿por qué no lo fuiste a buscar afuera? 
—Porque en principio no quería hacerle daño. El se había ido y para mí era historia terminada. Pero se ve que no. Porque le quito una pelota a Gallego en la mitad de cancha, se me va un poco larga y el que la viene a recepcionar es Ruggeri. Fueron diez segundos en que me trasladé del Monumental al potrero. Y lo fui a quebrar. Era una patada para que no se levante más. El se dio cuenta e inteligentemente se corrió. Si le doy de lleno lo mato. Pero fue de costado y por suerte no le rompí ningún hueso, porque no me lo hubiese perdonado jamás. 

—¿No te jode haber pasado a la historia por esa patada? 
—No, porque ésa es mi identidad. 

—¿En las prácticas eras igual? 
—Sí. Me agarré feo con Perotti, con la Chancha Rinaldi, con Pancho Sa, que desde el piso gritaba "este muchacho está loco". Yo me hacía respetar. Cuando llego a Chacarita en el 79, arranco de suplente. Los delanteros titulares eran el Pichi Escudero, Eduardo Delgado y el Panchi Benítez. Tres negritos que te mataban. Empieza la práctica y a los dos minutos lo pongo mal a Delgado. Cuando se pudo levantar me encaró: "¿Qué te pasa a vos?" "Nada, pero a mí no me pasás", le contesté. Se fue para la otra punta y vino el Pichi Escudero. Le di feo apenas pasó. Cuando los tres cobraron, y cobraron en serio, empezaron a respetarme. ¿Sabés quién fue el cinco titular desde la segunda fecha? Yo. ¿Sabés quién me puso? El Pichi, que le dijo al DT: "Este está loco. Póngalo de titular para que frene a los rivales o aunque sea para que no nos dé a nosotros en las prácticas"

—Mi Dios. 
—Lo mío era eso. Pero siempre leal. De hecho, jamás lesioné a nadie. Y así no sólo hice mi carrera, sino que estuve ocho años en Boca. Y si no me pude retirar ahí, fue porque los dirigentes me pasaron la factura por haber sido durante cinco años, el que peleaba los premios. Pero insisto: a mí me gusta el fútbol de Menotti. Cuando estuve con él en Central hice un trabajo bárbaro. Subí al Chelito Delgado, a Figueroa, a Ferrari. Estoy capacitado para dirigir Primera, pero quiero seguir como coordinador de Inferiores, porque descubrí el secreto del éxito. Yo creo jugadores de exportación, con talento y personalidad, como buscan en Europa. 


—Hablando de talento, ¿alguna vez tiraste un caño? 
—Sí. Uno, y fue brillante. Fue en 1980, en Huracán—Estudiantes. El nueve Pincha era Fortunato. Fue a buscar una pelota contra un lateral y ahí, apretadito contra la raya, le metí un caño impresionante. Se vino el estadio abajo. 

—¿Fue tu mayor felicidad en el fútbol? 
—No. Para mí la felicidad era destruir al enganche rival. Lo otro era lindo, pero aquello me hacía sentir vivo, me llenaba de placer. 
Fuente diario Olé

viernes, 25 de julio de 2003

Celtic 1-0 Boca Juniors

Amistoso | 25 julio 2003

Celtic 1-0 Boca Juniors

Jugado en el Cleveland Browns Stadium de Estados Unidos, partido a pura patada, 8 amonestaciones, 1 expulsión a Fabro, y 2 amarillas a Calvo, que increiblemente siguió jugando ante el equipo escocés

Amistoso internacional 2003

domingo, 6 de julio de 2003

Rosario Central 7-2 Boca Juniors | 2003

Fecha 19 | 6 julio 2003
Rosario Central 7-2 Boca Juniors
Goles: Fabro, Bracamonte

Boca llevó a Rosario todos jugadores juveniles, mientras el plantel festejaba la obtención de la Copa Libertadores de América 2003

Torneo Clausura 2003

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